Agustina tuvo leucemia y su hermano Valentino la salvó. La familia Olivero Finochietti nos enseña en primera persona la importancia de ser donantes.

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Un duro momento es el que debió atravesar la familia Olivero Finochietti, aunque como bien sabemos con los golpes que nos da la experiencia, ese momento los ha fortalecido y ese fortalecimiento es una palabra de esperanza y de aliento para todos quienes padezcan situaciones similares o bien de dureza en otros aspectos.

Cáncer es la palabra tabú pero hay que atreverse a hablar de ella para poder darle lucha. Así fue que esta familia recibió un duro golpe allá en noviembre de 2019 cuando a Agustina, por entonces con apenas 11 años, se le diagnosticó leucemia linfoblástica aguda tipo T, una de las variantes más agresivas de esta enfermedad.

La solución estaba justamente en su misma casa: Valentino, su hermano de entonces 4 años, se convirtió en su donante al poseer la compatibilidad necesaria y su sangre tuvo los componentes necesarios (en este caso células madre) para la reconstrucción de la médula de Agustina.

Tres años después la vida familiar es normal: todos ellos reemprendieron sus actividades habituales y todo ello fue una experiencia que de una visita al médico a la vuelta a casa significó prácticamente ocho meses, una vuelta en pleno periodo pandémico.

Hoy Agustina y Valentino son dos chicos de 14 y 6 años que comparten su vida con su otra hermana, Martina, y en el living de su hogar en Funes nos recibieron en compañía de su madre Julieta para hablarnos de sus historias y para compartir un mensaje plenísimo de esperanza.

 

 

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Por h8000024