Ezequiel hizo historia, logró subir los 6961 metros sobre el nivel del mar y llegar a la cima más alta de América.
Nacido y criado en la vecina ciudad de Carcarañá, Ezequiel Vissani ha desarrollado una gran pasión por las actividades deportivas de riesgo, yendo en sus incursiones en la aventura por opciones como el tiro y su hobby por las enduro, hasta que poco a poco su residencia en plena llanura pampeana volvió a conectarse con su niñez.
Es así que empezaron a sucederse el ciclismo, participando en el Desafío del Río Pinto; el ultratrail, las exigentes carreras de larga distancia; sus viajes a la cordillera y a las sierras para trepar picos cómo el Fitz Roy, los Gigantes y el Champaquí además de domar nieves y glaciares; y adentrarse en el mundo de la escalada para terminar de germinar su máximo anhelo: el cerro Aconcagua, la mayor altura del continente.
Luego de una exhaustiva preparación física, técnica y mental, el carcarañense logró hace apenas unos días subir los 6961 metros, enfrentando fuertes vientos y temperaturas menores a los -30°, para hacer historia y también unir puntos de su vida cuando muy pequeño y gracias a su padre Juan Carlos hizo cumbre en el cerro Uritorco, donde como bien dijo «empezó todo».
Dialogamos acerca de esta experiencia inolvidable y de todos los anhelos que posee para el futuro, pero Ezequiel hizo hincapié especialmente en la importancia que significa la donación de sangre. Su costado solidario se reflejó en la bandera que lo acompañó durante la expedición y que en la cima flameó llevando este mensaje para aportar su grano en la concientización que radica en esta acción.